October 13, 2020

Erich Fromm en su libro El arte de amar dice “no hay nada que lleve más a un niño a la experiencia de lo que son la felicidad, el amor y la alegría que el amor de una madre que se ama a sí misma”. Así de claro. Y sin embargo, las que somos madres, recibimos todos los días de los medios, la cultura y el entorno, mensajes en el sentido opuesto. 

Muy arraigado en nuestro sistema hay creencias de que la mujer que se dedica tiempo a sí misma es egoísta, que descuida su casa, que no pone suficiente atención a sus hijos. También, que si persigue intereses propios lo debe hacer únicamente en su tiempo libre. Si acaso tiene que trabajar porque se necesitan dos salarios en casa, debe buscar algo sencillo, que no la distraiga de sus obligaciones y que no ponga en riesgo el equilibrio familiar. La viuda o la divorciada no tienen otra opción, y sin cuestionarlo, se asume que van a generar hogares disfuncionales.  

El resultado es que existimos mujeres por todos lados con muchos talentos, inquietudes y energía desperdiciados. Guardados en un cajón. Enterrados en el tiempo. Y en consecuencia nos convertimos en mujeres de caras largas, rostros opacos y necesidades insatisfechas. Mujeres que hacemos todo por los demás, con un corazón enorme, pero ignorándonos y generando resentimientos que nos producen culpa. De ahí a un paso se encuentran la depresión, la ansiedad y la desesperanza. También la necesidad de sobreprotección con los hijos, para volcar ahí toda la energía que no podemos poner en otro lado. 

La casa, la familia, los hijos, la pareja, son indudablemente una fuente de satisfacción inmensa. Y también conllevan mucha responsabilidad. Sin embargo, también hay muchas áreas de nuestra vida que necesitan atención y en donde podemos encontrar fuentes de gratificación maravillosas. Necesitamos tener tiempo para hacer deporte, para retomar una actividad profesional/productiva, para ejercer nuestra sexualidad, para cultivar la espiritualidad y disfrutar de espacios culturales y de entretenimiento. 

Cuando empezó el formato de escuela en casa a principios de la pandemia a mi hijo chico le dejaron hacer un “frasco de gratitud”. La idea era poner todos los días una nota agradeciendo algo de su día o de sus vidas en general. Una de las noches me sorprendió una de las notas que decía “gracias, porque mi mamá trabaja”. Me emocioné. A lo mejor estoy logrando transmitirles el amor por lo que hago y la motivación inmensa que me proporciona levantarme todos los días y ejercer mi vocación. Además de ser su mamá. Sin duda, lo mejor que puedo hacer por ellos es ser una mamá feliz, y eso me exige trabajar todos los días para ser una mujer completa y con genuino amor a mí misma. Vaya tarea.

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