October 19, 2020

Es impresionante hacer conciencia de las expectativas que tenemos sobre todo. Sobre nosotros mismos, nuestras amistades, nuestros colaboradores de trabajo, nuestra pareja, vecinos, autoridades, instituciones a las que pertenecemos. En fin, una lista inacabable. Lo que es indudable es que de esa lista las expectativas más grandes siempre recaen en la relación padres/madres e hijos. Los hijos tenemos expectativas irreales de los papás y los padres tenemos una expectativas brutales sobre nosotros mismos como cuidadores primarios. Para uno u otra lado de la balanza el peso es agotador y el desgaste innecesario.

¿En qué código está escrito que mamás y papás tenemos que ser perfectos? ¿Qué es perfecto? ¿Cuál es la alternativa frente a los polos de la sobreprotección y la paternidad/maternidad incompetentes? ¿Existe acaso un término medio? El rol de padre y madre ha evolucionado hasta ser amplísimo. En algún momento se pensó que los padres tenían la función sobretodo de proveer al niño de sus necesidades esenciales (techo, vestido y alimentación). Y aunque más adelante se descubrió que tanto o más importante son el apapacho y el vínculo, ahora pareciera que el catálogo de virtudes de un buen padre o madre es interminable.  

Somos buenos padres porque no solo les damos un techo a los hijos. Este techo tiene que ser cada vez más grande, más lujoso, más agradable, incluso tener más de dos. El vestido idealmente ir con las tendencias de la moda. La alimentación estar apegada a las recomendaciones cada vez más variadas de las corrientes en nutrición, tomando en cuenta la importancia y conveniencia de lo orgánico, lo vegano, lo natural, lo no modificado genéticamente y demás. El tema del amor es cosa aparte. En lugar de centrarse en lo verdaderamente importante – el vínculo y la conexión con el niño – se aleja para anular la vida de pareja, desorganizar las prioridades de la familia, sacrificar los intereses del cuidador en casa (generalmente la mamá) y no desperdiciar momento alguno del día y la noche para divertir, entretener, pasear y resolver todas y cada una de las así mal entendidas necesidades de los niños. Quien no cumple el catálogo a pies juntillas tiene un tache. Quien lo lleva más allá cae sin duda en la sobreprotección y la posibilidad de tener en el futuro hijos tiranos. 

La pandemia nos ha traído un nuevo reto: tener que volvernos especialistas de un día para otro en tecnología y ciencias de la comunicación. Plataformas, softwares, equipo de cómputo. Edición de documentos compartidos en tiempo real y nuevas aplicaciones para grabar, escuchar, reproducir y editar todo tipo de materiales. Videojuegos, consolas y controles. ¿Necesitamos ahora tomar un curso para actualizarnos en tecnología y ser expertos? ¿De lo contrario estamos faltando a nuestro rol de padres y madres y con ello contribuyendo al futuro fracaso de nuestros hijos? Me parece que no. Que la oportunidad está en regresar a lo importante: buscar las ocasiones para vincularnos y conectar con los hijos.

A veces, cuando quiero tirar la toalla en esto de la maternidad, me acuerdo del psicoanalista británico Donald Winnicott que acuñó el término de la “madre suficientemente buena”. Y me tranquilizo pensando que para que un niño crezca con la suficiente salud mental se necesita solamente de un ambiente lo suficientemente nutritivo para él y una madre lo suficientemente buena a su lado (concepto, por cierto, que incluye no sólo a las mamás y papás sino a todas las personas que rodean al niño y que pueden nutrirlo conforme va creciendo: maestros, abuelos, hermanos, etc.). Eso parece no tan difícil de lograr.

Quizás ese término de “suficientemente bueno” pueda extrapolarse a todas las áreas de nuestra vida. Sin duda bajarle a las expectativas en todo nos podría ayudar a sentirnos menos estresados como papás/mamás y más contentos con lo que sí hay. En casa y en todos lados.

Más información sobre Donald Winnicott y una experiencia de paternidad/maternidad “suficientemente buena” en:

Good enough is good enough, SCHOOL OF LIFE

Madre suficientemente Buena, ¿Qué hago? Psicología y redes

Imagen de Gustav Klimt, 1905 (sección Mother and Child de la pintura Three Ages of Women)

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